Solucionismo tecnológico, la religión de nuestra era

“Dios ha muerto, le hemos matado” escribió el filósofo Frederic Nietzsche, describiendo en una frase la decadencia de las antiguas creencias, a cambio de la búsqueda de nuevos ídolos a través del conocimiento y la ciencia. En esta misma línea, el poeta Friedrich Hölderlin escribió: “Vivimos tiempos de indigencia, de vacío, en que los viejos dioses ya se han ido y los nuevos aún no han llegado”, profetizando así la aparición de una nueva entidad que dirija nuestras vidas. Esa nueva figura, que se presenta como omnipresente y todopoderosa, ya se encuentra entre nosotres hace tiempo, y cuenta con millones de fieles alrededor del mundo… se llama Tecnología.

La creencia de que los problemas importantes de la humanidad pueden resolverse con tecnología, se denomina “solucionismo tecnológico”, dicha creencia se puede incluso comparar con a la idea de religión. Ambos fenómenos profesan utopías dulces al oído y agradables a la imaginación, exigen una fe ciega y destilan dogmas, lo que las convierte en prácticas potencialmente peligrosas. Al igual que las religiones han sido utilizadas por estructuras de poder para promover sus propios intereses, las grandes empresas tecnológicas proponen soluciones que benefician sus objetivos comerciales, sin atender las implicaciones éticas y sociales más fundamentales. Este modelo de pensamiento que deposita una confianza excesiva en la tecnología, fomenta la pasividad de la sociedad, distrayendo la atención de la acción política, social y cultural.

El término “solucionismo tecnológico” fue popularizado por Evgeny Morozov en su libro “La locura del solucionismo tecnológico”, donde analiza y critica esta tendencia determinista.

Algunas Corrientes de tecnocreyentes

  • Tecnoevangelistas
    Esta es la corriente principal del solucionismo tecnológico, donde las grandes corporaciones tecnológicas se han convertido en templos de esta nueva religión, mientras que sus directores ejecutivos son venerados como objetos de culto. Estos líderes corporativos predican las virtudes de sus productos y servicios tecnológicos, seduciendo a millones con promesas utópicas de progreso sin fin. Lamentablemente, la mayoría de las personas trabajadoras de la industria tecnológica, nos hemos convertido en seguidores acríticos de este culto, promoviendo la adopción de nuevas tecnologías en diversos contextos, y sin cuestionar sus implicaciones éticas, sociales o ambientales.
  • Dataístas
    Sus adherentes creen que el procesamiento de grandes volúmenes de datos puede brindar soluciones precisas y eficientes a los desafíos más complejos que enfrenta la humanidad. Sin embargo, esta visión reduccionista ignora peligrosamente las limitaciones y los sesgos relacionados con los modelos computacionales y los conjuntos de datos para capturar la complejidad del mundo real. Esta forma de pensar nos desconecta de las realidades multidimensionales que enfrentamos, desestimando factores cruciales como los valores humanos, las complejidades culturales y las dinámicas sociales que no pueden ser reducidas a simples datos.
  • Ciberutopistas
    Este grupo tiene una visión idealizada de internet y las tecnologías digitales, creen que estas herramientas por sí solas pueden democratizar el acceso a la información y crear una sociedad más justa. Pero, esta perspectiva pasa por alto las brechas de acceso por factores socioeconómicos, educativos y geográficos que impiden que gran parte de la población global se beneficie de estas tecnologías. Además, es ingenuo creer que la mera disponibilidad de información digital garantiza su uso efectivo, tampoco tiene en consideración cómo las mismas plataformas digitales han sido utilizadas por el poder para ejercer control, vigilancia masiva y manipulación de la opinión pública.
  • Singularitarianos
    Esta rama del solucionismo piensa que la inteligencia artificial alcanzará y superará las capacidades de la inteligencia humana, desencadenando cambios radicales y sin precedentes en nuestra civilización. Ven esto como una oportunidad trascendental para resolver los desafíos más cruciales que enfrenta la humanidad, como el cambio climático, las enfermedades, la pobreza y los conflictos armados. Sin embargo, dejan peligrosamente de lado las complejidades éticas, sociales y existenciales, asei como los potenciales riesgos de que estos sistemas puedan entrar en conflicto con nuestra propia condición humana.
  • Transhumanistas
    Esta corriente aspira a superar las limitaciones biológicas humanas a través de avances tecnológicos, con el objetivo final de alcanzar un estado posthumano. También, promueven el uso de biotecnología, inteligencia artificial y nanotecnología para combatir el envejecimiento, erradicar enfermedades y mejorar las capacidades físicas y cognitivas humanas. Esta visión ambiciosa y llena de promesas, también plantea complicadas cuestiones éticas y filosóficas sobre la naturaleza de la humanidad y los límites de la intervención tecnológica sobre la vida.
  • Biohackers
    Utilizando tecnologías avanzadas y biología sintética, este grupo se dedica a la modificación biológica tanto de animales como de sus propios cuerpos, su objetivo es mejorar las capacidades físicas y mentales mediante intervenciones tecnológicas, a menudo operando al margen de los canales médicos tradicionales. Experimentando con implantes, edición genética y otros métodos, desafiando las normas establecidas, por esto sus prácticas también generan importantes debates éticos y de seguridad.
  • Ecomodernistas
    Sus defensores abogan por la implementación de tecnologías avanzadas, como la energía nuclear de nueva generación y la agricultura de precisión, con el objetivo de reducir el impacto ambiental y mejorar la calidad de vida. Creen que la tecnología es la clave para encontrar soluciones a desafíos como el cambio climático, la escasez de recursos y la degradación del ecosistema. Sin contemplar el impacto ambiental generado por la propia producción de esas tecnologías, y la centralización de la producción por parte de grandes empresas que puedan costear esas tecnologías.
  • EdTech Entusiastas
    Esta rama promueve la integración de tecnologías como el aprendizaje en línea, la inteligencia artificial y la realidad aumentada en los sistemas educativos. Con el fin de adaptarse a las necesidades individuales de cada estudiante y hacer que el proceso de aprendizaje sea más alineado con las demandas del siglo XXI. Generalmente ignorando riesgos latentes, como la deshumanización del proceso educativo, el deterioro de la interacción humana, y el aumento de la barrera de acceso a la educación.
  • Smart City Advocates
    Mediante la integración de tecnologías avanzadas en la infraestructura urbana, este grupo busca crear entornos urbanos más eficientes y sostenibles. Generalmente hablan de mejorar la movilidad, reducir el consumo energético, gestionar mejor los residuos y aumentar la seguridad pública. Pero en su discurso pasan por alto los riesgos asociados con la privacidad y la seguridad de los datos, o como la dependencia excesiva de la tecnología puede llevar a una vulnerabilidad ante fallos y ataques.
  • Cryptoanarquistas
    Este grupo promueve el uso de criptomonedas, contratos inteligentes y otras tecnologías descentralizadas, con la idea de crear sistemas económicos y sociales que operen fuera del control gubernamental y corporativo. Sin embargo, a demás de los riesgos de estafas y otras actividades ilegales que estas tecnologías facilitan, no olvidemos que en la práctica, el poder y la riqueza tienden a concentrarse en manos de unos pocos, socavando el ideal de una distribución equitativa del poder.

Cualquier parecido con una religión es mera coincidencia 😉

Exceso de fe
La fe ciega en las soluciones tecnológicas tiende a ignorar las causas reales de los problemas y, en algunos casos, pueden incluso empeorar otras problemeaticas existentes en el mismo contexto. Por ejemplo, la adopción de herramientas como ChatGPT en la autoría de artículos científicos ha generado preocupaciones sobre el plagio y la integridad científica y académica. Si bien estas tecnologías pueden ayudar a aumentar la eficiencia y la productividad, también desvalorizan el trabajo humano y pueden perpetuar prácticas poco éticas.

Promesas Utópicas
Algunas corrientes del solucionismo tecnológico, como el transhumanismo, promueven narrativas utópicas que prometen la superación de las limitaciones humanas a través de la tecnología, de manera similar a las promesas de un paraíso celestial en algunas religiones. Sin embargo, al igual que las promesas religiosas, estas visiones utópicas nos distraen de los problemas estructurales.

Resistencia a las críticas
Tanto las creencias religiosas como el solucionismo tecnológico se presentan como verdades absolutas que llevan a ignorar perspectivas alternativas, perpetuando así una visión limitada y sesgada de la realidad. Un ejemplo claro de esto es el negacionismo que prevalece en torno a los potenciales riesgos de las inteligencias artificiales, donde las empresas tecnológicas minimizan la importancia de estos peligros, promoviendo una narrativa que enfatiza un supuesto progreso que aún está por venir. Contribuyendo así a generar una cultura de complacencia.

Rituales y Símbolos
Tanto las religiones como el solucionismo tecnológico pueden involucrar rituales y símbolos que refuerzan la la devoción de sus fieles. Por ejemplo, los lanzamientos de nuevos productos tecnológicos a menudo se convierten en eventos casi rituales, con filas interminables de personas esperando para adquirir el último dispositivo. Estos eventos, no solo generan una expectativa masiva, sino que también fomentan un sentido de pertenencia entre sus seguidores. Al igual que los rituales religiosos, y con el afán de crear una identidad compartida, estas ceremonias tecnológicas utilizan símbolos poderosos, como logotipos y eslóganes.

Estructuras de Poder
A lo largo de la historia, las estructuras de poder han demostrado una gran habilidad para manipular ideologías e instituciones con el fin de perpetuar su dominio. Un ejemplo claro de esto son las grandes corporaciones tecnológicas, que impulsan soluciones que maximizan sus ganancias y aumentan su control sobre los datos y la información. Estas empresas han sido capaces de presentar sus productos y servicios como herramientas emancipadoras y democratizadoras, cuando en realidad están diseñados para consolidar su poder y dominio en el mercado.

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